La alegria

Lo que cuestan de criar los hijos... (supongo)... y los proyectos.

La verdad es que mi proyecto final de carrera llevaba un tiempo más atascado de lo que hubiera deseado. Cada vez que iba a corregir salia con lágrimas a punto de brotar de mis ojos, más por mi propia frustración que por la dureza de las críticas.

Este proyecto, que consiste en un centro de día y resindencia para personas con paralísis cerebral, lo comenzé en mayo del 2007. El solar y el lugar me gustaban. Grandes espacios verdes, un solar plano sin excesivos condicionantes, no me podía quejar. Pero la complicación reside en los usuarios, que si bien es algo que siempre hay que tener en cuenta, en esta ocasión cobran una importancia especial debido a los problemas de movilidad y orientación derivados de la lesión cerebral. Todo debe articularse de forma que facilite el día a día. Mejorar las condiciones de vida, la estimulación sensorial, la accesibilidad. Todo esto ha supuesto un esfuerzo mayor del que preveia, y un condicionante adicional que ha ralentizado el proyecto hasta que lo he asumido realmente.

Pero ahora soy feliz, el proyecto se ha encontrado a sí mismo, con la inestimable ayuda de mis profesores, a los que antes temía y ahora venero, ya que siento que cada uno a aportado algo al proyecto que lo ha hecho mejor. De hecho puedo afirmar que antes no era proyecto, era más un proyecto de proyecto, y ahora sí.

Además ahora que la tranquilidad ha anidado en mi ser, las ideas fluyen por mi mente, ya que tengo una base solida sobre la que introducir mejoras al proyecto sin miedo ha estar moviendome sobre arenas movedizas.

Muchas veces no eres consciente de las losas que cargas a la espalda hasta que te liberas de ellas.